Tras su larga hospitalización, el papa Francisco se enfrenta al desafío de su imagen pública
¿Mostrar su fragilidad o hacerse invisible? La convalecencia del papa Francisco ha abierto una nueva etapa en su pontificado y supone un desafío para su imagen pública, que en algunos aspectos evoca la agonía de Juan Pablo II.
El pasado 23 de marzo, la primera aparición pública del papa tras cinco semanas de ausencia impresionó.
En silla de ruedas, desde un balcón del hospital Gemelli de Roma, el mundo vio a un hombre de 88 años, debilitado por una doble neumonía que pudo acabar con vida, con rasgos marcados e incapaz de levantar los brazos.
Después de balbucear algunas palabras con voz entrecortada, Francisco pareció quedarse sin aire e hizo una mueca. Pocos minutos después, reapareció en un automóvil que lo llevó de regreso al Vaticano con cánulas nasales para poder respirar.
La imagen de sufrimiento recuerda los terribles últimos meses de Juan Pablo II, mudo por una traqueotomía y que murió el 2 de abril de 2005 tras una larga agonía.
La salud de los papas siempre ha hecho correr mucha tinta porque ocupan el cargo de por vida, excepto en contados casos de renuncia, y están expuestos a la mirada pública hasta su último aliento.
Juan Pablo II, que había hecho teatro, «usó mucho su cuerpo en su comunicación, desde su elección», en 1978, dice a la AFP Roberto Regoli, un sacerdote italiano y profesor de historia religiosa en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
«Era el papa que esquiaba, que nadaba, luego el papa herido y hospitalizado, y finalmente el del larguísimo período de su enfermedad», recuerda, asegurando que no es el caso de Francisco, que tenía 20 años más cuando fue elegido en 2013.
– «Un equilibrio delicado» –
Desde su aparición en público cuando fue dado de alta, el jesuita argentino ha sido casi invisible.
Francisco, que nunca quiso bajar su ritmo de trabajo, se ve obligado ahora a un descanso estricto de al menos dos meses, y vive recluido en sus apartamentos de la residencia Santa Marta, en el Vaticano, sin actividad pública.
Pero en medio del año del Jubileo y con la Pascua, la fiesta más importante del calendario católico, acercándose, su presencia sigue siendo muy importante para los fieles.
El Vaticano busca un equilibrio entre mostrar a un papa frágil o dejar que su ausencia provoque rumores, sobre todo entre sus adversarios