Se detectó la mayor concentración de agrotóxicos del mundo en los sábalos del río Salado
Los sábalos del tramo inferior del río Salado están contaminados con la mayor concentración de agrotóxicos que se haya registrado en el mundo, según un estudio del equipo del Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Las muestras revelaron cantidades nunca vistas de herbicidas y pesticidas, sobre todo de glifosato y su degradado (ácido aminometilfosfónico), de glufosinato y de cipermetrina, en músculos, branquias e hígado de los peces.
El estudio analizó sábalos (Prochilodus Lineatus) en cinco puntos distintos de los últimos 100 kilómetros del río que cruza la provincia de Santa Fe, desde San Cristóbal hasta el Departamento La Capital. En cada pez estudiado se encontraron entre tres y ocho agrotóxicos diferentes.
En general, el tejido del músculo de los peces mostró concentraciones muy altas del insecticida cipermetrina (204 microgramos por kilo); glifosato (187 μg/kg) y su producto de degradación, el ácido aminometilfosfónico (3116 μg/kg); glufosinato de amonio (677 μg/kg); y el fungicida piraclostrobina (50 μg/kg). En las muestras de vísceras, los valores más elevados son de cipermetrina (506 μg/kg), clorpirifos (78 μg/kg), y lambdacihalotrina (73 μg/kg).
La investigación señala que para el Senasa, la FAO-ONU (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la Unión Europea, “los límites máximos de residuos (LMR) establecidos para tejidos de especies animales oscilaron entre 10 y 100 μg/kg para los pesticidas encontrados en nuestro estudio”, una cantidad muy inferior a la hallada en el estudio.
El artículo donde se publicaron estos resultados se titula “Cócteles de residuos de plaguicidas en prochilodus lineatus del río Salado (América del Sur): Primer registro de altas concentraciones de herbicidas polares” y fue publicado en la revista Science of the Total Environment. La investigación fue liderada por Rafael Lajmanovich y su equipo.
Las muestras se tomaron en proximidades del puente de San Justo, paraje Villa Georgina, la zona del Country Los Molinos, la playa de Santo Tomé y la confluencia del Salado con el río Santa Fe, donde nace el Coronda. Donde mayores concentraciones de agrotóxicos se detectaron fue en Los Molinos y la playa de Santo Tomé.
EL SALADO BAJA TURBIO
Desde el Laboratorio de Ecotoxicología se vienen realizando varios estudios sobre la fauna del Salado y el impacto de los herbicidas y pesticidas utilizados para los cultivos transgénicos. Entre otros hallazgos, a comienzos de 2020 encontraron altas concentraciones en las branquias e hígado de sábalo del herbicida 2,4-D y del insecticida clorpirifos, en muestras tomadas cerca de Esperanza y del country Los Molinos. En esa ocasión, el estudio se había realizado después de una macabra semana donde en la parte baja del Salado hubo un desfile continuo de peces muertos.
A fines de 2022, el equipo de UNL junto con colegas de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) publicaron un extenso estudio dando cuenta del estado general del Salado: la calidad de su agua “marginal”, es decir, mala. Tiene bajos niveles de oxígeno disuelto y altos niveles de sólidos suspendidos totales, incluidos fosfato, nitrito, plomo, cromo y cobre.
Las concentraciones de metales fueron entre 34.000 y 35.000 veces más altas en los sedimentos que en las muestras de agua. Se detectó la presencia de 30 agrotóxicos diferentes en todas las muestras de agua y sedimentos. En todas las muestras encontró glifosato y su metabolito (ácido aminometilfosfónico) N, N-Dietil-meta-toluamida (presente en la mayoría de los repelentes de insectos) y atrazina.