Murió el cocinero Guillermo Calabrese a los 61 años
El cocinero Guillermo Calabrese, recordado por ser la cara más destacada de Cocineros Argentinos durante varios años en la TV Pública, falleció la madrugada de este viernes debido a un paro cardíaco, según confirmaron desde Canal 9, emisora donde actualmente se encontraba al frente de Qué Mañana.
El chef de 61 años había sido trasladado por el SAME al Hospital Fernández cerca de las 2 de la mañana de este viernes, desde su domicilio en Dorrego y Honduras, en el porteño barrio de Palermo. Allí se comenzaron las tareas de reanimación. Sin embargo, su fallecimiento se confirmó a las 2.20.
«La gastronomía siempre estuvo presente y latente, típica familia donde la cocina tiene una impronta importante y todo pasa por ahí y la abuela, tía, madre cocinando y ese chico en vez de mirar la pelota de futbol miraba cocinar», recordaría sobre su infancia.
«¿Por qué no Cocina?», se preguntó un joven Calabrese cuando a los 25 dejó quinto año de medicina y decidió cambiar de rumbo. Sin prácticamente escuelas de gastronomía, en ese entonces le mandó una carta al Gato Dumas pidiéndole trabajo y un nuevo mundo se abrió.
Tras comenzar como empleado de limpieza en la cocina de uno de sus restaurantes, llegó a ser jefe de cocina en sólo tres años. Luego de fundar numerosos restaurantes y participar en programas de televisión, en 1998, junto al Gato Dumas, funda el Gato Dumas Colegio de Gastronomía.
Ese espacio de conocimiento él lo agradeció siempre y recordaría que le hubiera gustado tenerlo en su juventud a la hora de dar sus primeros pasos entre las ollas y los fuegos: «Si en mi época hubiera tenido la posibilidad de ir a un colegio, hubiera hecho las cosa mas rápido, pero bueno, me tocó al revés. Más allá de eso, como en toda profesión, es muy importante la práctica».
Sobre el Gato Dumas, aclararía en una charla reciente con Teleshow: «Trabajar con él era fascinante, era innovador y un trabajador inalcanzable, yo era mucho más chico que él y terminaba con la lengua afuera. Era muy respetuoso de la profesión, orgulloso de ser cocinero, que es algo tan simple como darle de comer a la gente. Y estaba muy preparado, no de casualidad fue el número uno. Tenía talento y trabajaba», y que cada vez que su maestro y colega viajaba, por lo general una vez por año a Europa a aprender nuevas recetas y tendencias, «traía dos valijas repletas de libros, pesadísimas».
Para él la tele siempre fue una diversión: «Me genera algo, debo tener algo actoral, mi trabajo del día a día es la dirección del Instituto Gato Dumas y voy a la tele a divertirme, me gusta comunicar transmitir y la idea es que pase un buen rato el espectador», recordaría.
Sin embargo, aunque había probado de todo y a los cinco años comía pulpo, nunca se consideró un comensal exigente: «A casa llego tarde, entonces cocinan mi hija o mi mujer, cocinarme es simple, lo normal, que no esté quemado ni crudo, trato de dejar la chaqueta de cocinero colgada, sino te volvés loco, no me pongo en jurado».
Fuente: Infobae