Inflación: Argentina tiene 10 veces más que el promedio mundial
La pandemia en el 2020 y la guerra entre Rusia y Ucrania a principios del 2022 fueron dos cuestiones que impactaron en los precios mundiales, generando una inflación más alta incluso en países desarrollados, por lo que se debieron tomar diferentes medidas fiscales y monetarias para atacar el problema.
En esos países desarrollados y otros conocidos como emergentes estables, la variación de precios pegó un salto de entre 8 y 10 puntos. Pero en Argentina la aceleración es de hasta 50 puntos, lo que genera una importante brecha con el resto del mundo.
Por ejemplo, en el país el Banco Central ya proyecta que el 2022 cierre con una inflación del 90%, lo que es más de 10 veces superior con la que registra Estados Unidos.
En este difícil escenario para Argentina, los economistas Tobías Adrián -Consejero Financiero y Director del Departamentos de Mercados Monetarios y Capital del organismo-, Christopher Erceg y Fabio Natalucci -subdirectores- publicaron un informe en el blog del FMI en el que indican que «La alta inflación pone a los bancos centrales en una situación difícil».
Además suman que «los riesgos de una mayor inflación siguen siendo elevados y posiblemente sea necesario un endurecimiento más enérgico de la política monetaria si estos riesgos se materializan. Hace apenas unos pocos meses, los bancos centrales de las economías más importantes esperaban poder endurecer la política monetaria de forma muy gradual. La inflación parecía estar impulsada por una combinación inusual de shocks de la oferta asociados con la pandemia y luego con la invasión rusa a Ucrania, y se esperaba que descendiera con rapidez una vez que las presiones menguaran».
«Hoy día, ante una inflación que trepa a máximos de varias décadas y presiones de precios que se extienden al sector de la vivienda y a otros servicios, los bancos centrales reconocen la necesidad de actuar con mayor premura para evitar que se desanclen las expectativas de inflación y su credibilidad se vea menoscabada», añaden los especialistas.
Por lo tanto, consideran que «las autoridades económicas deben prestar atención a las lecciones del pasado y ser implacables para evitar ajustes futuros que pueden ser más dolorosos y disruptivos».
Con este panorama, la Reserva Federal, el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra subieron sus tasas de interés, algo que también replicó el Banco Central Europeo por primera vez en 10 años. En Argentina el presidente del BCRA, Miguel Pesce, hizo lo propio.
«Una de las consecuencias naturales de esas correcciones de las tasas de interés, las cuales buscan aproximarse al ritmo de la inflación, y por tanto en el corto plazo se mantienen en la senda de lo que los economistas denominan «reales anuales negativas», es haber provocado el aumento de las tasas reales de interés de los bonos de deuda pública y mayor suba del costo del endeudamiento de consumidores y empresas, y ha contribuido a fuertes caídas de los precios de las acciones en el mundo», dice el economista Daniel Sticco en Infobae.
Por su parte, los economistas del FMI sostienen en su informe que «tanto los bancos centrales como los mercados parecen coincidir en que este endurecimiento de las condiciones financieras será suficiente para reducir la inflación con relativa celeridad hasta los niveles meta».
«A fines ilustrativos, las expectativas de inflación medidas según el mercado indican que volvería a situarse en torno al 2% anual en los próximos dos a tres años tanto en Estados Unidos como en Alemania. Las previsiones de los bancos centrales, tales como las últimas proyecciones trimestrales de la Reserva Federal, sugieren una moderación de la tasa de aumento de precios similar a la que indican las encuestas de economistas e inversionistas», agregan y lo atribuyen a diferentes motivos:
- «El endurecimiento monetario y fiscal en curso debería de enfriar la demanda tanto de energía como de otros bienes, en especial en categorías sensibles a las tasas de interés, como los bienes de consumo duraderos»;
- «Ante estas medidas, cabría esperar una desaceleración del aumento de precios de los bienes o incluso un descenso, y que los precios de la energía también bajen si no se producen más trastornos en los mercados de materias primas»;
- «Las presiones por el lado de la oferta deberían de disminuir a medida que remite la pandemia y los trastornos de producción y los confinamientos dejan de ser frecuentes»;
- «Es de esperar que la ralentización del crecimiento económico finalmente reduzca la inflación en el sector de servicios y frene los incrementos salariales».
Así las cosas, Sticco suma que «El análisis previo es el natural que surge de la lectura de la capacidad de respuesta a las políticas macroeconómicas en la que la estabilidad es la norma, y la desestabilización es la excepción, pero no es habitual en la Argentina, donde el escenario inverso ha llevado a destruir el ahorro interno y reducir a la mínima expresión el crédito bancario al sector privado, y por tanto la suba de las tasas de interés de referencia del Banco Central tiene más efecto sobre las expectativas de los agentes económicos que sobre la respuesta que los técnicos de FMI anticipan en la mayor parte del resto mundo, en particular cuando ese movimiento no es acompañado en simultáneo con un plan integral de estabilización que elimine en corto plazo los mayores desequilibrios y aliente un proceso de reactivación de la inversión y el empleo».
Es que el Banco Mundial realizó un estudio en el que muestra que el crédito al sector privado en porcentaje del PBI en 157 países es de un promedio simple de 56% y de 147% si se toma en cuenta la contribución a la generación de riqueza agregada. En ese caso se nombra entre los principales a China con una proporción del 183%; Suiza 165%; 145% Nueva Zelanda; 143% Reino Unido; 142% Australia; 122% Francia; 120% Japón, entre otros.
Luego aparecen Chile 89%; Bolivia 80%; Brasil 70%; EEUU 55%; México 29%; Uruguay 28%.
Todos esos países superan con tranquilidad la participación de Argentina, que solo muestra un 7,1% del PBI, tal lo demuestra un Informe Monetario del Banco Central de la República Argentina de julio pasado. Ese número solo supera Zimbabwe con el 6,5%; Sierra Leona con el 6% y Afganistán con el 3,1% del PBI.
Entonces los especialistas Tobías Adrián, Christopher Erceg y Fabio Natalucci afirman que los altos niveles de inflación sorprendieron a bancos centrales del mundo y a mercados, aunque «es posible que disminuya más rápido de lo que prevén los economistas de las entidades monetarias, en especial si ceden las dificultades en las cadenas de suministro y las políticas de endurecimiento en el mundo conducen a una rápida disminución de los precios de la energía y los bienes. Pero, aun así, la balanza de riesgos de inflación parece tener una fuerte inclinación al alza».
Pero a la vez alertan: «Las tasas de inflación en el sector de servicios -desde alquileres de viviendas hasta servicios personales- parecen estar subiendo desde niveles que ya son elevados y difícilmente vayan a disminuir con rapidez. Estas presiones pueden verse exacerbadas por un rápido crecimiento de los salarios nominales».
«En países con mercados laborales sólidos, los salarios nominales podrían comenzar a subir con rapidez, más de lo que las empresas son capaces de absorber razonablemente, a lo que podría sumarse el traslado de este aumento de los costos laborales unitarios a los precios. Estos ‘efectos de segunda ronda’ se traducirían en una inflación más persistente y expectativas en aumento», añaden. Además, suman que «la alta inflación pone a los bancos centrales en una situación difícil».
En este sentido, es para destacar que el último Relevamiento de Expectativas de Mercado que publica el BCRA estima que Argentina terminará el 2020 con un 90% de inflación, y luego comenzaría un proceso de descenso para terminar con el 2023 con el 64,6% en 2023. Así, la brecha actual de 10 veces con lo proyectado poro Estados Unidos subirá a 20 veces para el 2023.
«En un contexto de señales de liquidez ya escasa, una aceleración del aumento de las tasas podría traducirse en una mayor desvalorización de los activos de riesgo que afecte a las acciones, el crédito y los activos de mercados emergentes. También puede suceder que el endurecimiento de las condiciones financieras sea desordenado, lo que pondría a prueba la resiliencia del sistema financiero y ejercería gran presión en particular sobre los mercados emergentes. El apoyo público a la política de restricción monetaria, que hoy en día es fuerte frente a una inflación que registra máximos desde hace varias décadas, podría verse socavado por los crecientes costos económicos y de empleo», consideran los técnicos del FMI.
Entonces, cierran marcando que «recobrar la estabilidad de precios tiene vital importancia y es condición necesaria para un crecimiento económico sostenido. La elevada inflación de las décadas de 1960 y 1970 ha enseñado que la demora en aplicar una política restrictiva conlleva un endurecimiento posterior mucho más costoso para volver a anclar las expectativas de inflación y restablecer la credibilidad de las políticas».