Hallan huesos humanos en una sede del Vaticano y vuelve el misterio de una chica desaparecida
El complot para asesinar al papa Juan Pablo II, una acción de la mafia italiana, un escándalo financiero con el Banco Vaticano, una fiesta sexual con drogas en la mismísima Santa Sede: durante 35 años se registraron demasiadas teorías conspirativas alrededor de la desaparición de Emanuela Orlandi. Y ninguna explicación certera.
Se trata de uno de los misterios más impresionantes en la historia de la Iglesia católica.
Una manifestación en la plaza de San Pedro exigiendo «verdad y justicia» en 2012. (AP)
Hija de un empleado laico del Vaticano, la chica tenía 15 años cuando el 22 de junio de 1983 fue a una clase de música en San Apolinar, pleno centro romano. No se supo más nada de ella.
Este martes la Santa Sede emitió un escueto comunicado sobre el hallazgo de restos humanos durante unas obras de refacción de la Nunciatura Apostólica en Roma, su embajada en Italia que queda muy cerca de la Galería Borghese, el museo de arte donde se exhiben pinturas de Tiziano, Rafael y Caravaggio, entre otros.
El edificio del descubrimiento fue un regalo que hizo en 1949 el empresario y senador Abraham Jacob Isaiah Levi, en agradecimiento porque el Vaticano había cobijado a judíos perseguidos.
Guardia periodística en la puerta de la embajada católica. (EFE)
El fiscal jefe de Roma Giuseppe Pignatone abrió una investigación por el delito de homicidio y pidió a la policía que investigue la edad, el sexo y la fecha de muerte, dice el texto oficial.
Y si bien no se menciona el caso de Emanuela, los medios especularon inmediatamente y la familia ya puso presión para saber más.
La abogada de los Orlandi, Laura Sgro, salió a decir este miércoles que el Vaticano proporcionó «poca información».
De todo
La desaparición de Emanuela atormenta desde hace 35 años. El caso se archivó por primera vez en 1997 y en 2008 fue reabierto, pero volvió a cerrarse en 2016 dejando una extraordinaria serie de especulaciones que nunca terminaron de probarse.
* Fueron los turcos
Un grupo terrorista la raptó para forzar la liberación de Mehmet Ali Agca, el turco que había atentado contra Juan Pablo II en 1981.
El pontífice saludando a quien trató de matarlo, en 1983. (AP)
En su momento Agca aseguró que la desaparición de Emanuela estaba vinculada a una exigencia para que lo largaran. Pero cambió tantas veces de versión que nunca se lo tomó en serio.
* Tuvo que ver la mafia
En 2012 se encontraron en la basílica de San Apolinar restos sin identificar junto a la tumba de Enrico De Pedis, jefe de la «Banda de la Magliana», mafia romana de los 70 y 80.
La pista de que alguien había encargado a la Magliana el secuestro de Emanuela fue una de las hipótesis evaluadas, sobre todo después de que la novia de De Pedis, Sabrina Minardi, dijera a la fiscalía que metió a la chica en un auto para llevarla hasta cierto lugar por pedido de su pareja.
Explicó que el rapto se hizo por indicación del arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, entonces director del Instituto para las Obras Religiosas, más conocido como el Banco Vaticano. El objetivo: «Darle un escarmiento a alguien«.
Un cartel solicitando el paradero de Emanuela. (AP)
Estas revelaciones motivaron investigar al exrector de la basílica, Piero Vergari, que autorizó enterrar a De Pedis en ese templo y había trabajado en la Nunciatura del Vaticano donde se encontraros los restos este martes. Pero no se llegó a nada.
También se especuló con que la Magliana quería presionar para recuperar los fondos de la mafia invertidos en el Banco Ambrosiano, que quebró.
La familia de Emanuela reclamó en vano que se interrogara al capo Pippo Calò, que está preso pero operaba en Roma hace 35 años y «conocía qué pasaba».
* Fue alguien vaticano
Emanuela murió en la Santa Sede y la mató «alguien importante», por eso se ocultó todo tanto tiempo.
En 2017 generó sensación la publicación de un documento de 5 páginas que había sido robado de un gabinete del Vaticano e insinuaba que la Santa Sede tenía que ver con la desaparición de Emanuela.
Supuestamente escrito por un cardenal, detallaba aparentes gastos para mantener a la chica durante el cautiverio.
El Vaticano dijo rápidamente que esos papeles eran falsos, aunque nunca explicó por qué estaban en su poder.
En el libro Peccato originale («Pecado original») el periodista italiano Gianluigi Nuzzi sostiene que en 2011 hubo una negociación para cerrar la pesquisa y al tanto estaba el secretario del papa Benedicto XVI.
* Resultó víctima de la trata
Emanuela cayó en una red de abusos sexuales y «las más altas instancias vaticanas saben la verdad».
El célebre exorcista italiano Gabriele Amorth, que murió en 2016, había dicho que la drogaron durante «un festín pedófilo» en el Vaticano.
La bandera de la Santa Sede, en la nunciatura. (AFP)
* Está muerta; está viva
En 1985 un anónimo telefónico sostuvo en Milán la muerte natural de la chica. Y pidió plata para recuperar el cuerpo.
En 2013 un testigo declaró que Emanuela vivía fuera de Italia y que su secuestro se había producido para chantajear al Vaticano.
¿Otra?
La última especulación mediática apunta a que los restos óseos hallados en las últimas horas en realidad quizá pertenezcan a 2 personas: una Emanuela y la otra Mirella Gregori, una chica que también tenía 15 años y había desaparecido misteriosamente un mes antes.
Las 2 desaparecidas. (Archivo)
Los investigadores determinaron que las adolescentes no se conocían ni tenían vínculos.
Palabras papales
Pietro Orlandi, hermano de Emanuela, siempre se quejó de que la Santa Sede no colaboraba lo suficiente, algo que por supuesto oficialmente se negó.
El papa Francisco llegó a darle la mano a Pietro e incluso le habló al oído tras dar una de sus primeras misas, en la iglesia de Santa Ana: «Me dijo que Emanuela está en el cielo«.
Pietro, pidiendo justicia en una marcha de 2017. (ANSA)
Nada frenó su reclamo. El 28 de marzo de 2017 sacó una carta pública dirigida al pontífice para que libere información confidencial del Vaticano que permita conducir a la verdad.
«Me pregunto por qué continuás negando a una familia la oportunidad de dar luz y paz a su hija, a su hermana. Tenemos el derecho a saber», escribió Pietro. «¡No dejaremos que nadie nos robe la esperanza!»