Economía Alberto Fernández se aleja del equilibrio fiscal y podría complicarse un nuevo acuerdo con el FMI
La conversación telefónica que mantuvieron el presidente electo, Alberto Fernández, y la número uno del FMI permitió tener un primer acercamiento a la estrategia que llevará adelante el futuro gobierno con el organismo. Lo más relevante que surgió del comunicado es que no habría compromiso de equilibrio en las cuentas públicas, al menos el año próximo.
“No podemos hacer más ajustes fiscales porque la situación es de una complejidad enorme, el nivel de ajustes de la era Macri ha sido tremendo”. Además, el futuro presidente reconoció que entiende “la relevancia de la viabilidad fiscal”, pero enseguida aclara: “Es mi deber anticiparle que en la situación en la que se encuentra la economía argentina es difícil propiciar un mayor ajuste”.
Ya un poco más conciliador, en otro párrafo del comunicado posterior a la conversación con Kristalina Georgieva, Fernández insistió en que “estamos en condiciones de proponer un plan para resolver el problema de la Argentina y poder pagar la deuda con el FMI y el resto de los acreedores”. Así dejó trascender que ya estarían los lineamientos vinculados a la renegociación de la deuda y también cuál será la propuesta concreta para negociar con el FMI.
El FMI también divulgó su propio comunicado, pero fue bastante más escueto en relación al que emitió el próximo presidente. Calificó a la llamada como “constructiva”, acuerda seguir manteniendo un “diálogo abierto” y reitera la disposición del organismo en “seguir colaborando” con la Argentina.
En ningún momento se habla de nuevos desembolsos ni de futuras revisiones de las metas trimestrales relacionadas al actual acuerdo, que en la práctica está suspendido. El FMI ya desembolsó USD 44.000 millones y aún le restan unos USD 13.000 millones hasta principios de 2021. Sin embargo, el propio Alberto Fernández expresó que no era su interés pedirle más préstamos.
De los trascendidos oficiales de la primera charla telefónica entre Fernández y la número uno del FMI, se pueden extraer varias conclusiones. En primer lugar, parece quedar claro que el nuevo gobierno no mantendrá la meta fiscal de 1% de superávit fiscal primario, que figura en el proyecto de Presupuesto 2020 enviado ya al Congreso. Más bien al contrario, el próximo presidente parece estar “abriendo el paraguas” ante la imposibilidad de profundizar el ajuste de las cuentas públicas. Por lo tanto, el escenario casi seguro es que la Argentina tendrá el año próximo déficit fiscal, que deberá ser financiado casi seguro con emisión monetaria por parte del Banco Central.
Otra de las conclusiones es que ya no habrá nuevos desembolsos, por lo que queda por negociar cómo se devolverán los miles de millones prestados por el organismo. La intención del próximo gobierno es que los pagos arranquen mucho después del 2022, como estaba previsto originalmente.
Nada se dice aún sobre ir a un nuevo acuerdo, pero está claro que habrá que seguir ese camino. La pregunta más relevante es si habrá o no un compromiso por parte del futuro Presidente por alcanzar un equilibrio o incluso superávit fiscal en un período razonable de tiempo.
Ese sendero hacia una mejora de las cuentas fiscales resulta imprescindible para alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI. En la medida que ese objetivo esté más difuso será más complejo llegar a un arreglo con el Fondo, se dilatarán los tiempos y eso también podría complicar la renegociación de la deuda en manos de acreedores privados.
El Fondo, mientras tanto, se mantiene muy cauteloso y a la espera de que la Argentina realice el primer momento y divulgué cuál sería el plan para reencauzar la economía. Por lo pronto, las prioridades de Fernández a esta altura son claras: primero la economía deberá retomar el crecimiento y recién después volver a pagar la deuda.