Cumbre Trump-Kim Jong Un
Durante un puñado de horas Kim Jong-un y Donald Trump ocuparon en Singapur el centro de atención planetaria, con una cumbre sin precedentes en la que se destacaron momentos por su sentido histórica y otros más anecdóticos. Aquí un repaso.
Los apretones de manos del presidente norteamericano son célebres por su intensidad. Y en esta cumbre hubo varios (muchos) apretones de manos, para todos los gustos.
Ambos líderes se sumaron así al listado de apretones de manos que hicieron historia, como el del 10 de diciembre de 2013, en Sudáfrica, donde Barack Obama sorprendió al mundo estrechando la mano de su homólogo cubano Raúl Castro durante el funeral de Nelson Mandela.
Kim responde preguntas
La cumbre fue histórica por varios motivos. Fue la primera vez, por ejemplo, que un presidente norteamericano se reunía con un líder norcoreano; un dictador de uno de los regímenes más oscuros del planeta, que viola derechos humanos y que amenaza al mundo con misiles balísticos con capacidad nuclear.
Que este joven líder de fama tan siniestra –de cuya vida se sabe poco y nada (de hecho nadie sabe bien qué edad tiene o dónde vive) y que se mueve entre sombras para no ser detectado– se siente ante la prensa internacional y conteste preguntas marcó sin duda otro momento inédito en esta cumbre.
En su primer acercamiento con los medios admitió: «No ha sido fácil llegar hasta aquí. Los viejos prejuicios y prácticas fueron obstáculos pero los superaremos».
Al concluir la cumbre y tras firmar un acuerdo con el norteamericano, Kim anticipó: «habrá desafíos delante pero trabajaremos con Trump. Superaremos todos los tipos de escepticismos y las especulaciones sobre esta cumbre y creo que esto será un bien para la paz».
Dennis Rodman, llora
Dennis Rodman llora en entrevista con CNN después de la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un.
Otro momento lo marcaron las lágrimas del ex campeón de la NBA Dennis Rodman, y amigo del líder norcoreano.
Envuelto en lágrimas, manifestó su satisfacción, felicidad y su apoyo a la cumbre. «Yo creo en Corea del Norte», dijo a la CNN el ex jugador de los Chicago Bulls, quien visitó Pyongyang en cinco ocasiones y que aseguró mantener una amistad con el líder norcoreano.
«Estoy feliz por ser parte de esto», porque «lo merezco», dijo emocionado Rodman, quien recordó haber recibido amenazas de muerte en Estados Unidos por sus visitas al país norcoreano.
Kim viaja con su baño privado
Otra rareza que marcó la cumbre fue el hecho de que Kim viajara con su baño personal. Un «retrete» propio. ¿Por qué semejante excentricidad? Porque sus heces contienen información muy valiosa que pueden arrojar luz sobre qué come, cuál es su estado de salud, etc.
Según publicó el sitio web surcoreano Chosum, el baño llegó a Singapur en avión antes de la llegada de Kim. En el avión también iba comida especial y una limusina blindada.
El baño impidió que «buzos de cloacas examinaran las valiosas deposiciones del líder».
Con la firma de un acuerdo, como corolario de su cumbre, Estados Unidos y Corea del Norte abrieron un nuevo capitulo en sus relaciones, tras casi siete décadas de tensa enemistad.
Los dos mandatarios, que se reunieron durante más de cuatro horas en el hotel Capella de la isla de Sentosa tras meses de tortuosas negociaciones que hacían temer por el resultado de la cita, finalmente fueron capaces de firmar una declaración en la que se comprometieron a desarrollar nuevas relaciones para «la promoción de la paz, la prosperidad y la seguridad».
La desnuclearización de la península coreana a cambio de garantías de seguridad para el régimen comunista fue la piedra ángular del acuerdo.
Otro momento que sorprendió fue cuando Trump mostró su enorme limusina blindada, apodada La Bestia.
Después de tres horas y media de reuniones, ambos líderes interrumpieron su almuerzo para pasear juntos y se dirigieron hacia la comitiva de vehículos estacionados frente al hotel Capella, sede de la cumbre, donde Trump le enseñó a Kim el interior de su Cadillac de nueve toneladas a prueba de balas y bombas.
El chiste incómodo
En un momento de distensión, el presidente Trump buscó romper la formalidad con un chiste que el líder de Corea del Norte no supo cómo interpretar: broma o insulto.
Al ingresar al salón donde almorzarían los líderes, Trump miró a la nube de fotógrafos que eternizaban la escena y lanzó una pregunta: «¿Están sacando una buena foto? ¿Para que nos veamos bien y lindos y flacos y perfectos?»