En medio de la incertidumbre, Guzmán y Kulfas analizan nuevas medidas económicas
El núcleo del equipo económico del gobierno de Alberto Fernández continuó este jueves su agenda casi como si, el día anterior, no hubiese pasado nada. Los dos ministros apuntados por el ala del Frente de Todos que responde a Cristina Kirchner, es decir Martín Guzmán y Matías Kulfas, se apoyan en estas horas en el respaldo que les dio el presidente y trabajan en un paquete de medidas que anunciaría en las próximas horas el propio mandatario.
El ministro de Economía giró al Congreso el miércoles por la noche el proyecto de Presupuesto 2022 y dejó así establecidas algunas variables macro hasta fin de año: la inflación será 16 puntos porcentuales más alta de lo que se esperaba a principio de año y que el Gobierno tendrá más de 3 puntos del PBI de margen de maniobra para aumentar el gasto y cumplir con el 4% que se espera para finalizar el año.
Guzmán definirá en estas horas, junto con el bloque oficialista de la Cámara de Diputados y las autoridades del recinto –es decir, con Máximo Kirchner y Sergio Massa– cuándo debería acudir el jefe del Palacio de Hacienda a asumir la defensa de ese proyecto de ingresos y gastos, el segundo desde que es ministro. En un principio, antes de la crisis política dentro del Frente de Todos, circuló la idea de hacer esa presentación pública hoy jueves, pero se desechó.
Quienes conocen al ministro aseguran que no da señales de querer irse del gabinete, a pesar de la presión redoblada, más o menos pública que hay desde otra orilla de la coalición de gobierno, para conseguir un recambio en el Palacio de Hacienda o, al menos, influir en las decisiones de política económica. El ministro estuvo activo en el ministerio el miércoles por la noche hasta la madrugada trabajando hasta último momento respecto al Presupuesto.
“No da la imagen de funcionario que está afuera”, comentó ante Infobae un funcionario que lo trata diariamente. “Sigue con su perfil pro activo, no lo vas a ver con la sensación que esté por irse”, consideró. Guzmán formó parte el miércoles por la tarde de la reunión de urgencia de Fernández con los ministros que le responden directamente a él y, según dejaron trascender desde su búnker, Cristina Kirchner lo llamó telefónicamente para desmentir haber pedido su puesto. No hubo calma, para nada: ayer lo hizo responsable de llevar adelante una “política de ajuste fiscal equivocada” y de ejecutar más el Presupuesto.
El minuto a minuto del Ministerio de Economía, por fuera de las idas y vueltas palaciegas, continuó este jueves con una nueva licitación de deuda en pesos en el mercado local. Los funcionarios del área que responden a Guzmán y que tienen contacto permanente con los inversores detectaron en los últimos días que había “una tensión y un nerviosismo” adicional por el contexto electoral.
La operación de colocación de deuda fue de menor cuantía en relación, por ejemplo, con la que tendrá lugar a fin de mes (vencerán $183.000 millones), ya que el Tesoro necesitaba cubrir $14.000 millones y consiguió por parte del mercado financiero casi $22.000 millones con dos letras atadas a inflación y una a descuento, con un leve aumento en las tasas de interés para generar algo más de atractivo en los inversores.
“Son procesos en que se genera una tensión en las decisiones de inversión, una tendencia a la dolarización. Esta licitación no estaba exenta de esos condimentos. Afortunadamente mostramos que seguimos trabajando de la misma manera. Los pesos no caminan solos y en los mercados siempre hay ruido, no hay una licitación ideal”, mencionaron cerca de Guzmán.
El Ministerio de Economía, junto con otros despachos oficiales como el Desarrollo Productivo y el de Trabajo, por ejemplo, están embarcados por orden presidencial en la elaboración de un paquete de medidas de asistencia económica para anunciar lo antes posible, posiblemente por el propio Alberto Fernández. El rush de deliberaciones y control de daños de las primeras horas post PASO habían arrojado como fecha tentativa de presentación este jueves, pero la fractura en el gabinete lo aplazó sin fecha definida.
El menú preliminar de medidas apunta, por un lado, al sector del mercado laboral con salarios más altos y en relación de dependencia, que será alcanzado con la actualización del mínimo no imponible de Ganancias, que podría aumentar desde los $150.000 brutos actuales a cerca de $180.000. Esta determinación, de todos modos, ya se conocía antes de las elecciones primarias.
Luego buscarán llegar al tramo más vulnerable que es el de los trabajadores informales que, por definición, no tienen negociaciones paritarias, aunque tienen en el salario mínimo una suerte de “referencia” para sus ingresos. El martes que viene el consejo integrado por empresarios y gremios determinará un nuevo reajuste, que podría alcanzar el 45%, de acuerdo a la nueva pauta inflacionaria de 2021 que estableció Guzmán.
Matías Kulfas, otro de los ministros del riñón albertista e identificado como uno de los funcionarios que la pata cristinista busca desplazar del gabinete, salió a mostrar este jueves que su agenda de reuniones con cuestiones productivas en la agenda siguió con normalidad. Por la mañana se vio con el gobernador riojano Ricardo Quintela y su ministro de Economía Federico Bazán, un mitín que fue difundido en redes sociales. Luego continuó a lo largo de la jornada con encuentros privados.
La premisa para el jefe de la cartera productiva es la misma: que sigan mostrando gestión para evitar una parálisis de actividad por las intrigas ministeriales. Kulfas asegura sentirse respaldado por el mandatario y discute que no hay cuestiones de gestión por las que el kirchnerismo busque desplazarlo, sino más bien una consecuencia de su terminal política.
A algunas cuadras, con perfil mucho más bajo, en el Banco Central el presidente Miguel Pesce también, al igual que el resto de los funcionarios de alto rango que responden a Alberto Fernández, no pensó en presentar su renuncia. En Reconquista 266 aseguran que “una renuncia, aún solo presentando, generaría un ruido innecesario y poco conveniente”, y argumentan, a su favor, que no hubo algún descontrol cambiario a causa de la incertidumbre política.