4 de septiembre: Día del Inmigrante
El 4 de septiembre de 1949 se celebró por primera vez en Argentina el Día del Inmigrante.
La fecha fue elegida en conmemoración a la disposición dictada por el Primer Triunvirato, en 1812, que tenía la intención de fomentar la inmigración y ofrecer protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que quisieran fijar su domicilio en el territorio nacional.
Lo que hoy es la República Argentina fue uno de los países que más inmigrantes recibió entre 1880 y 1930. Si bien la cantidad de inmigrantes (provenientes en su mayoría de Europa) fue menor a los que desembarcaron en Estados Unidos, Argentina tuvo la mayor proporción de extranjeros en relación con el total de su población. De acuerdo a los datos del censo de 1914, una tercera parte de los habitantes del país estaba compuesta por inmigrantes.
Entre los cientos de miles de personas que echaron raíces en estas tierras, existen muchas historias sobre barcos, colectivos, viajes, sabores, ilusiones y esfuerzos para construir nuevas patrias.
Por esto, saludamos a todos aquellos inmigrantes que arribaron a nuestra nación con el fin de forjar un futuro mejor para ellos y sus descendientes.
Algunas de las palabras que heredamos
Facha: transliteración en español del término italiano faccia (cara). Se usa mucho para hablar del aspecto de una persona. Por ejemplo, la expresión «qué facha» para referirse al buen aspecto de alguien. De ella deriva también el adjetivo «fachero», referido a personas que se preocupan por tener una buena apariencia.
Mufa: no tiene nada que ver con la palabra italiana muffa (moho) y su significado está relacionado con la superstición. Se la usa para referirse a personas que traen mala suerte y se usa el verbo «mufar», que significa traer mala suerte.
Pibe o piba: del genovés «pivetto» y de la jerga italiana «pivello» (novato). En la Argentina suele ser usado para decir «chico» o «chica», así como la expresión «estás hecho un pibe» significa llevar bien o no aparentar el paso de los años.
Caput: del alemán kaputt (roto), utilizada para referirse a algo o alguien que está terminado, fundido.
Cobani: de la palabra del histórico vocabulario de Germanía de España, abanico (guardia cárcel o agente de policía) transformada por efecto del «vesre», la inversión silábica tan habitual y popular en la Argentina. También de ese vocabulario encontramos, «fajar» en el sentido de golpear o pegar y «fulero» como algo feo.
Chamuyar (habilidad para persuadir): derivadas del caló «hablar», lenguaje de los gitanos españoles. Otras expresiones actualmente utilizadas de ese dialecto son «chorear» (robar) y «luca» (mil pesos, que para los gitanos quería decir pesetas, antigua moneda de España, reemplazada por el euro).
Bondi (colectivo): Según numerosos lingüistas expertos, es una derivación de una palabra en portugués nacida en San Pablo a principios del siglo XX. En ese entonces, los tranvías de la ciudad eran propiedad de compañías inglesas y, por lo tanto, el precio de cada pasaje era precedido por la palabra bond. Los brasileños empezaron a usar el término bond para el tranvía y extendieron este uso a todo el transporte público. En portugués, a muchas palabras que terminan con una consonante se les agrega el sonido «i», en este caso es representada al agregar la letra «e» al final de la palabra. Los inmigrantes italianos llevaron consigo la palabra bonde a Montevideo y Buenos Aires, donde se la adoptó como bondi.