Murió Charlie Watts, el histórico baterista de The Rolling Stones
Había sido sometido a una operación a principios de agosto.
Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, murió este martes 24 de agosto, según confirmó su manager en un comunicado. El músico tenía 80 años.
«Con gran tristeza anunciamos la muerte de nuestro querido Charlie Watts», afirmó su agente en un comunicado, añadiendo que «falleció tranquilamente en un hospital de Londres hoy mismo, rodeado de su familia». Fue «uno de los mejores bateristas de su generación», enfatiza el texto con el que se dio a conocer la triste noticia.
Watts había sido sometió a una intervención coronaria a comienzos de agosto, por lo que se encontraba en plena recuperación. En ese momento se había anunciado que no participaría de la gira que el grupo británico hará por los Estados Unidos, y que su reemplazante en la batería sería Steve Jordan.
Si esta noticia no altera los planes, la gira estadounidense de los Rolling Stones debería comenzar el próximo 26 de septiembre en Saint Louis.
En 2004, Watts había sido tratado de un cáncer de garganta en el hospital Royal Marsden de Londres. En aquel momento, mientras atravesaba su enfermedad, el resto de la banda esperó hasta que estuviera recuperado para grabar lo que luego fue el álbum A Bigger Band, publicado en noviembre de 2005.
Atravesó otro momento delicado de salud en 1985, cuando tuvo que someterse a una rehabilitación para recuperarse del alcoholismo. Entonces, Jordan lo reemplazó durante la grabación del álbum Dirty Work, publicado en 1986.
El comunicado que anunció la muerte de Charlie Watts.
Entre el rock y el jazz
Charles Robert Watts nació el 2 de junio de 1941, en Islington, Londres, uno de los barrios más afectados por los bombardeos nazis y que según su padre, camionero de la London Midland, lo acunaron en sus primeros meses de vida hasta que lograron mudarse a Kingsbury.
Tuvo su primer set de batería a los 14 años, y a Kenny Clarke y Max Roach como sus primeros héroes del instrumento. Sin embargo, Watts encarnó claramente la generación de los grandes músicos de rock y si bien el jazz siempre fue su música preferida, sólo a mediados de los ’80, cuando los Stones tomaron distancia entre ellos, formó sus primeros grupos de jazz para tocar en distintos clubes.
Confesaba que siempre se sintió un poco fuera de lugar en el mundo del rock. “Tengo un modo de vestir muy tradicional, inglés antiguo, y nunca me sentí cerca del hippismo”.
En efecto, Charlie Watts atravesó el flower power de los años ’60 de corbata y chaleco. “Por ejemplo, las sesiones de fotos con los Stones eran un lugar especialmente incómodo. Me ponía zapatos y todos iban en zapatillas; yo odio las zapatillas deportivas. En fin, nunca sentía que estaba en sintonía”.
Fue el último de los que entró en la primera formación de los Stones, allá por 1962. Brian Jones y Keith ya lo habían detectado tocando los jueves en el Ealing Jazz Club, de Londres, en la banda The Blues Incorporated, de Alexis Korner, que tenía a Jack Bruce en contrabajo, y lo tentaron.
Richards contó que trataban de ganar algo de dinero en cada concierto para pagarle a Watts, y que no se fuera con Korner. Lo lograron. “Charlie cuando entró tenía un toque más liviano, más jazzístico, pero su tempo era increíble. Sólido y con swing; era el músico que necesitaba la banda”, contó el guitarrista en su biografía Life.
A pesar del halago que significa haber integrado desde el primer día los Rolling Stones, Watts admitió que lo más impactante fue haberse unido a la banda de Korner. “Sí, fue impactante fue entrar en esa banda, estaba Cyril Davis en la armónica y recuerdo que me pagaron media corona después del primer show”.
En los primeros tiempos, Watts contó que trabajaba por segmentos algunas canciones y que fue en ese proceso donde consiguió darle a su golpe la entonación de rock.
“Fueron años de mucho trabajo como grupo y podría decir que después de haber trabajado muy fuerte los primeros ocho años pudimos descansar, hasta hoy. Siguen sin gustarme mucho las giras y cuando me veo otra vez sumergido en ellas recuerdo que Keith me dijo para convencerme de hacerlas que se terminarían en 1965”.
Elegante y ubicuo
Lo que revelaba el carácter elegante y ubicuo del baterista se observaba también en sus combos de jazz, donde desde los tambores defendía la música y jamás intentaba sobresalir.
“Me gusta tocar, sentirme imbuido de la melodía y sostener el ritmo; no siento el deseo de destacarme; me gusta tocar dentro del todo”, explicó en una charla después de lanzar su disco From One Charlier, como tributo a Charlie Parker, con el Charlie Watts Quintet.
Ese espíritu de grupo en el ánimo de Watts siempre quedó de manifiesto en los Stones, que durante los primeros años siempre le prometían que «en el siguiente disco» haría un solo de batería que nunca llegó.
Sin embargo, desde los años ’80 el sonido de la banda tuvo un significativo cambio. Por un lado, agregaron teclados, coros y una línea de vientos pero no como invitados, sino como parte de la propuesta. Por el otro, la presencia de la batería quedó por delante del sonido de la banda.
Los Rolling Stones, con Charlie Watts a la izquierda. Foto AP
Mientras que Richards y Woods tuvieron una mayor libertad para armar el groove, Watts desde su bombo se convirtió en la guía del grupo. Era su batería la que mandaba en el escenario.
Nunca se sintió una estrella
Estuvo nada menos que 59 años detrás de la batería de los Rolling Stones, pero hasta el final decía que seguía sin sentirse una estrella. “Estrellas son Mick Jagger y Keith Richards, yo no soy una estrella del rock, jamás entré en esa trampa”, señaló durante una de las entrevistas que realizó en febrero de 2018.
Su timidez y ese gusto por su privacidad lo llevaron a estar dos décadas sin dar reportajes. “Pero un día Mick se cansó de ser el único que hablaba y aquí estamos”, añadió en esa misma entrevista.
Watts manejaba la ironía, pero hasta cierto punto. Y sabía ser taxativo, como cuando le pegó la trompada a Jagger y amenazó con tirarlo a un canal de Amsterdam. La situación se fue de madre cuando, en una pelea con Richards, Jagger llamó a Watts a su habitación a las 3 de la madrugada para decirle que bajara porque quería que estuviese presente “su baterista”.
Watts se vistió, se afeitó y una hora después bajó al cuarto de Jagger, que al abrir la puerta recibió un derechazo del baterista y la frase “Vos sos mi cantante”. “Estaba borracho y enojado. Lo que sí recuerdo es que nunca más me llamó su baterista”, recordaba complacido.
El matrimonio más longevo del rock
Emocionalmente estable, Watts llevaba 57 años casado con su esposa, Shirley Ann Shepherd. Se habían conocido a comienzos de los años ’60 mientras él estudiaba dibujo publicitario en el Hornsey Art College. Se trató, quizá, del matrimonio más longevo en el mundo del rock.
“Es una mujer con mucho carácter y una gran compañera; cada vez que vuelvo cansado de una gira y me cuestionó si voy a seguir tocando o no, al poco tiempo, Shirley me pregunta: ¿Cuándo volvés a trabajar?”, sonríe este baterista que hizo de su familia un verdadero refugio que protege eludiendo toda innecesaria exposición. Tuvieron una hija, Seraphina, nacida en marzo de 1968, y una nieta, Charlotte.
Su faceta de dibujante dio algunos frutos. Por ejemplo, ilustró la contratapa del disco Between the Buttons, de los propios Stones, y editó un pequeño libro de ilustraciones titulado Oda a Charlie Parker, un pájaro que vuela alto.
Las seis décadas de Watts en el rock y el jazz no fueron siempre un lecho de rosas; entre 1983 y 1986 vivió su infierno personal. Por aquellos años comenzó a consumir heroína y speed con bastante alcohol.
“Estuve a punto de perder mi matrimonio, de perder todo”, admitía este músico que durante una de las grabaciones con los Stones, incluso llegó a desmayarse. “Cuando volví en mí, estaba Keith a mi lado, me dijo: “Este tipo de cosas te pasan cuando tenés 60 años, no a los 40”, como tenía en ese momento el baterista.
Pudo salir de la adicción gracias a un accidente; “Una noche que salía borracho del Ronnie Scott’s, me tropecé y me rompí el tobillo; en esa obligada convalecencia logré dejar todo; al poco tiempo hasta dejé de fumar”.
Baterista en peligro
Además de sus problemas con el alcohol, también incursionó peligrosamente en el consumo de heroína en la época del disco Some Girls (1978), con el que ganó un Grammy como Mejor Batería de Rock y que no fue a retirar hasta mediados de los primeros años de la década del ’80.
Watts también debió transitar por un difícil proceso cuando en junio de 2004 le diagnosticaron cáncer de garganta. Tras seis meses de un tratamiento de radioterapia se recuperó y logró llegar a tiempo para la grabación del disco A Bigger Band.
Un año después de aquel preocupante diagnóstico y a los pocos días de haber cumplido 64 años, tuvo un accidente automovilístico, en Niza, Francia, que pudo haberle costado la vida.
Vivía con su esposa en Dolton, en una aldea rural en Devon, Inglaterra, donde tenían un haras de cabellos árabes