El FMI llegará el martes para discutir la emisión monetaria y la reducción del déficit fiscal en busca de un acuerdo
Una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) llegará el próximo martes para iniciar las negociaciones formales de un nuevo acuerdo con la Argentina.
Un vocero del Fondo indicó desde Washington que “una misión del FMI encabezada por Julie Kozack y Luis Cubeddu visitará Buenos Aires a partir del 10 de noviembre para iniciar negociaciones formales con las autoridades argentinas sobre un nuevo programa del FMI para apoyar el plan económico del Gobierno”.
La numerosa delegación volverá a Estados Unidos antes del festejo del Día de Acción de Gracias, el jueves 26 de este mes.
“El diálogo se centrará en la agenda fiscal, monetaria y estructural de las autoridades para el mediano plazo con el objetivo de anclar la estabilidad macroeconómica y sentar las bases para un crecimiento inclusivo y sostenible. No hay fechas establecidas para finalizar las negociaciones», aclaró.
“Nuestro objetivo sigue siendo apoyar al pueblo argentino para superar los complejos desafíos socioeconómicos que enfrenta el país y sentar las bases para una economía más estable y un futuro más próspero”, indicó la fuente.
La misión se dedicará a negociar formalmente un acuerdo de refinanciación de la deuda de USD 45.000 millones que la Argentina tomó a partir de 2018 en el gobierno de Mauricio Macri y cuyo capital vence entre 2021 y 2023. La intención del Gobierno es extender este plazo al menos otros tres años.
Previamente, ya hubo el mes pasado una delegación en carácter exploratorio, de Kozack, vicejefa del Departamento del Hemisferio Occidental, y Cubeddu, jefe de la misión para la Argentina, que se reunió con el ministro Martín Guzmán, con empresarios, la CGT y algunos economistas, como Daniel Marx, Martín Redrado y Carlos Melconian.
Tras esa misión, tanto el staff como la directora gerente, Kristalina Georgieva, expresaron su apoyo al país –en particular a las medidas que adoptó el ministro para desandar parte del supercepo implementado por el Banco Central–, pero subrayaron que la situación es “dramática” y requiere por lo tanto de medidas que permitan restaurar la confianza.
El Gobierno pretende que, antes de la llegada de la nueva misión, el Congreso apruebe el presupuesto que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados y avance en un proyecto de cumplimiento de metas plurianuales que el ministro Guzmán quiere exhibir como “hoja de ruta” para mostrar un camino de descenso gradual del déficit fiscal, tal como lo pidió el organismo multilateral.
Antes del comienzo formal de las negociaciones, que se concretó a través de una carta del ministro y del titular del BCRA, Miguel Pesce, en el organismo entendían que la Argentina atraviesa un exceso de emisión monetaria que perjudica las chances de estabilizar la economía y de lograr una reactivación sustentable cuando se termine la crisis global por la pandemia.
En este sentido, creen que el Gobierno no debe dejar que se atrase el tipo de cambio oficial para poder conseguir más divisas genuinas que alienten el crecimiento de las exportaciones. Nada dijeron hasta ahora oficialmente sobre la posibilidad de que se formalice un desdoblamiento del mercado cambiario, una chance que algunos analistas creen que el organismo aceptaría bajo determinadas condiciones y por un período transitorio.
En cambio, Guzmán apuesta a que la brecha cambiaria seguirá el recorrido descendente que exhibió en los últimos días –aunque a costa de emitir más deuda– y que de esa manera logrará más liquidación de divisas en el mercado formal. Además, noviembre y diciembre son meses en los que estacionalmente hay más demanda de pesos por parte de las empresas.
El ministro cree que con estas medidas de apertura parcial del cepo y menores restricciones para acceder al CCL, podrá pasar el verano si hay un atisbo de acuerdo con el organismo multilateral hacia fin de este año o principios del próximo, aunque el trato no contenga “fondos frescos” como se entusiasman en el mercado.
En cambio, el Gobierno cree que sí podría sumar más recursos externos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para oxigenar a las alicaídas reservas del BCRA.