Empresarios de la alimentación le advirtieron al Gobierno que puede haber desabastecimiento si no se descongelan los precios
Las cartas ya comenzaron a llegar a las casillas de correo del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español. Como cada semana antes del vencimiento de “Precios máximos”, desde mediados de año, varias cámaras empresarias comenzaron a ejercer su presión para intentar lograr la caducidad del programa que mantiene congelados desde marzo los precios de todos los alimentos, bebidas y artículos de limpieza y tocador.
El Gobierno, sin embargo, tomó la decisión de volver a prorrogarlo, aunque con la promesa de que comenzará a trabajar con los distintos sectores y empresas la forma de poder ir saliendo gradualmente del esquema, tal como publicó Infobae la semana pasada. En un principio, según trascendió, podrían quedar fuera del control los productos más costosos. Y en simultáneo, el objetivo del Gobierno será incorporar cada vez más artículos en “Precios cuidados”, el programa creado para que funcione como referencia de precios de cada categoría.
Las cartas enviadas al Gobierno advierten sobre una situación crítica y plantean que el desabastecimiento está a la vuelta de la esquina. “Si bien inicialmente comprendimos la excepcionalidad de la decisión de establecer Precios Máximos de modo temporal frente al inicio de la crisis sanitaria, luego de 8 meses de estricto congelamiento de precios y suba sostenida de nuestros costos, nos encontramos al límite de nuestra capacidad operativa. Han sido meses muy duros para nosotros también, estamos agotados y preocupados por este contexto económico, con costos en alza permanente y pocas ventas”, expresó la Unión de Industriales Fideeros de la Argentina (Uifra) en la misiva enviada al Gobierno.
La entidad, presidida por Juan Manuel Airoldes, consideró “insuficientes los ínfimos ajustes en los meses de julio y octubre” y dijo que se encuentran muy por debajo de lo necesario. “Nos colocan en una situación de fragilidad, donde se pone en juego el normal abastecimiento y las fuentes de trabajo. Necesitamos con urgencia la terminación de los Precios Máximos y una convocatoria a las empresas del sector para arribar a los acuerdos necesarios que garanticen un ordenamiento de precios y costos”, expresó la carta, en la que además detallan la suba de los costos desde el 6 de marzo de hasta 44%, en el caso del trigo.
El mismo pedido realizó la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), presidida por Gustavo Idígoras. Según esta comunicación, la suba de costos en el sector de aceites envasados llega al 65%, “muy distante del aumento otorgado del 4% en julio y del 5% en octubre”. “Semejante distorsión entre costos y precios hace que la industria se encuentra operando a pérdida, causando irreparables perjuicios económicos para cada una de las compañías que abastecen el mercado”, le dijo la entidad al Gobierno, al tiempo que le pidió finalizar con el programa de congelamiento y establecer un esquema de aumentos graduales y constantes en lo que resta de este año.
Las empresas vienen advirtiendo que habría problemas de escasez desde mediados de año, cuando después de tres meses de vigencia de los “Precios máximos”, la situación de los costos comenzó a complicarles la ecuación. Las prórrogas del programa continuaron y la presión se fue haciendo cada vez mayor. Y si bien no llegan a desabastecer, hay importantes demoras en las entregas, provocadas también por la creciente incertidumbre cambiaria.
El crecimiento de la brecha y las expectativas de devaluación del tipo de cambio oficial provocaron que muchas empresas paralicen sus ventas la semana pasada, especialmente de productos importados o de alimentos con gran componente de insumo dolarizado. “Está muy complicado. Se va a ir agravando si no modifican los precios máximos. La industria tiene muchos problemas para cumplirlos”, dijeron fuentes de la Federación Argentina de Supermercados (FASA). Y agregaron que “hay muchos problemas con el aceite, la harina y sus derivados, pero afecta prácticamente a todas las categorías. El supermercado no tiene muchas opciones. O acepta los aumentos y se banca la diferencia, o no los acepta y genera desabastecimiento”.